viernes, 24 de abril de 2020

Cannabis y glaucoma: ¿qué dicen los investigadores?


Diversos estudios demuestran la capacidad del cannabis para mejorar los síntomas del glaucoma, pero todavía hay dudas sobre su eficacia y consistencia en poblaciones de pacientes. Sin embargo, es uno de los motivos más frecuentes para el uso de cannabis medicinal. Analizamos la investigación y las limitaciones del cannabis como medicamento para el glaucoma.

El glaucoma es la segunda causa principal de ceguera irreversible a nivel mundial. Se sabe desde los años 70 que el cannabis puede constituir un tratamiento eficaz, pero las preocupaciones acerca de los efectos colaterales han hecho que la comunidad médica se muestre reacia a respaldarlo. Además, la dosis necesaria para lograr un efecto terapéutico notable puede hacer que el tratamiento con cannabis sea inasequible e ineficiente. Vamos a explorar el cannabis como tratamiento para el glaucoma y compararlo con el tratamiento farmacéutico convencional.

¿Qué es el glaucoma?

El glaucoma afecta a más de 70 millones de personas en todo el mundo, de las que un 10 % están completamente ciegas. Este estado patológico pernicioso puede permanecer asintomático hasta que se encuentre muy avanzado, por lo que es probable que los 70 millones de pacientes representen la punta de un iceberg de glaucoma no diagnosticado. Este estado patológico se encuentra más frecuentemente en personas mayores, en pacientes con un historial familiar de glaucoma, y en personas de origen africano.

El glaucoma suele estar asociado a la hipertensión ocular, o presión intraocular (PIO). Esta presión puede ocasionar tensión y sobrecarga sobre los componentes del ojo, ocasionando la muerte de las células ganglionares retinales, responsables de transmitir información desde la retina hacia el cerebro. Los pacientes experimentan una pérdida de visión irreversible tan pronto se corta este vínculo entre el ojo y el cerebro.
Dos tipos de glaucoma: de ángulo abierto y de ángulo cerrado

Existen dos categorías de glaucoma: de ángulo abierto y de ángulo cerrado. El glaucoma de ángulo abierto representa como mínimo el 90 % de todos los casos de glaucoma, pero el glaucoma de ángulo cerrado es más grave y es más probable que conduzca a una pérdida total de visión.

Tanto el glaucoma de ángulo abierto como el de ángulo cerrado se asocian a la hipertensión en la parte frontal del ojo que contiene la córnea, el iris y la lente. Es normal que el ojo se encuentre bajo presión; es el modo en que el ojo conserva su forma aproximadamente esférica y mantiene tensas sus paredes.



La presión es ocasionada por un líquido que se encuentra en el interior del ojo llamado humor acuoso, que se asemeja al plasma sanguíneo pero que contiene una menor cantidad de proteínas. En un ojo sano, este líquido fluye desde los bordes del ojo hacia el espacio situado entre el iris y la lente. El líquido pasa a través de la pupila hacia un espacio situado entre el iris y la córnea, antes de drenar en el borde del ojo a través de una estructura conocida como la malla trabecular.

En el glaucoma de ángulo abierto, el iris está situado correctamente, pero la malla trabecular no drena bien. En el glaucoma de ángulo cerrado, el iris está presionado hacia la córnea, ocasionando un bloqueo y evitando que la malla trabecular pueda drenar. Estas son las dos formas en que aumenta la presión intraocular como consecuencia del glaucoma.

Todavía queda mucho por descubrir acerca del glaucoma. Está claro que la presión intraocular está relacionada con la muerte de las células ganglionares de la retina. Sin embargo, la base biológica del glaucoma y los factores que contribuyen a su progreso no son muy conocidos. Muchas personas permanecen asintomáticas hasta que la enfermedad está muy avanzada, mientras que otras tienen una presión intraocular dentro del límite normal, pero sin embargo desarrollan una neuropatía óptica glaucomatosa.

Fuente: Sensiseeds

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