Conocida como ‘la doctora del cannabis’, la colombiana Paola Pineda Villegas es una firme defensora de las bondades de la marihuana medicinal con la que trata a más de 1.000 pacientes con distintas dolencias. Especializada en VIH y en derecho médico, comenzó a recetar la planta tras utilizarla como último recurso con un paciente. Desde entonces, investiga sobre el tema. Y, sobre todo, lucha por su aceptación en la sociedad.
Paola Pineda Villegas es una doctora colombiana especializada en cannabis medicinal, con el que ya lleva años trabajando e investigando. Licenciada en Medicina por la Universidad Pontificia de Bogotá, y directora científica del Centro de Investigaciones del Cannabis, comenzó a recetar marihuana cuando, al quedarse sin más opciones para tratar los síntomas de uno de sus enfermos con el virus del sida (que además sufría un sarcoma óseo), ambos decidieron intentarlo con el cannabis.
“Un paciente con VIH empezó a tener problemas para dormir y con temas de dolor severo. Su infección estaba controlada con los antirretrovirales, pero estaba desesperado con los trastornos de sueño y ya lo había intentado con todo tipo de medicamentos”, explica la doctora.
Ambos empezaron a estudiar distintas posibilidades y finalmente la especialista le sugirió el cannabis medicinal. “En ese momento yo no conocía el tema en Colombia. Comenzamos con infusiones y me llamó muy contento; estaba mejorando tanto con sus dolores como con el sueño”, relata.
Conocida ahora en algunos medios de comunicación como la doctora del cannabis —“mis amigos también me llaman así”, aclara entre risas— esta especialista en VIH comenzó a profundizar entonces en los tratamientos con marihuana medicinal. Una amiga cercana que tenía problemas serios con las migrañas fue quien le abrió otra puerta cuando, en una ocasión en la que se encontraron, le comentó que estaba mucho más controlada y le mostró un frasco con extracto de cannabis.
Un grupo de más de 1.000 pacientesAunque la legalización de la marihuana medicinal acaba de arrancar en Colombia, con la aprobación de las primeras licencias para cultivar, mediante la Ley 30 de 1986 los doctores colombianos podían recetar marihuana desde entonces. Aunque durante años el tema de la compra, la venta y la transformación no estaba regulado, los especialistas podían ofrecerlo como solución ante distintas dolencias. Así que, progresivamente, ya en contacto con productores e investigando sobre sus efectos, la doctora Pineda Villegas empezó a tratar a cada vez más pacientes que recurrían al cannabis con el objetivo de mejorar su calidad de vida.
“En este momento tengo un grupo de más o menos 1000 pacientes. De ellos el 40 por ciento son niños; la mayoría son con epilepsia refractaria”, el tipo de epilepsia resistente a fármacos en la que no se ha conseguido una evolución libre de crisis. “Al principio siempre hay un miedo al THC, pero cuando uno ve las bondades terapéuticas en estos niños se da cuenta de que no hay nada que temer”, defiende.
La doctora concreta que “el miedo al
THC está basado en mitos y desinformación”. “Por supuesto”, explica, “todas las sustancias hay que suministrarlas con cuidado y con mucha responsabilidad, pero lo nocivo del THC en los niños es muy bajo. Y hay que tener en cuenta que a mí no me llegan niños sanos, sino niños con una condición de vida y con unas alteraciones neurológicas muy fuertes”, puntualiza.
Por ello, la doctora se pregunta si tiene sentido dejar que estos menores sigan convulsionando de forma que acaben teniendo daños neurológicos, en vez de darles marihuana para ayudar a controlar sus crisis sin causar un mayor daño futuro. “Creo que la decisión está clara: a favor de darle la oportunidad terapéutica con cannabis. No puedo dejarles convulsionar todo el tiempo”.
Pineda recuerda que todos los medicamentos que se emplean en medicina tienen efectos secundarios y, de acuerdo a sus investigaciones, la planta bien administrada y con unas dosis calculadas según el peso y la talla del niño es muy beneficiosa. “En estos casos los beneficios de la marihuana son supremamente bondadosos y sin tantos efectos”, explica. “Cuando tú ves las respuestas en los niños y ves que no tenían la opción de volver a caminar, de hablar, de pasar un día sin una crisis o una noche tranquila, de comer con apetito y con gusto... y que ahora lo pueden hacer, eso lo vale todo”.
Los beneficios del cannabis
Sin embargo, no son los únicos pacientes a los que trata. Personas con problemas de insomnio y de fibromialgia responden especialmente bien a la planta. “La gente se acostumbra a dormir mal, pero en cuanto empiezan a descansar bien ven cómo mejoran muchas cosas en su vida. Por ejemplo, los dolores se hacen más tolerables, su capacidad de dar respuesta en el sentido laboral, familiar… Volver a recuperar el sueño para muchas personas supone un gran cambio en la calidad de vida”.
Además, la marihuana es distinta a otros tratamientos para recuperar el sueño, que no ofrecen un descanso tranquilo y que se convierten en adictivos. “Con pacientes con cannabis tenemos casos de personas que lo han tomado seis meses, han ajustado sus patrones de sueño y luego han podido dejarlo”, puntualiza.
La doctora también menciona los casos de pacientes con fibromialgia, cuya mejoría describe como “sumamente interesante”. “Esta enfermedad está muy asociada a los trastornos del ánimo y del sueño y una vez que les ayudas con el tema de dolor, estos asuntos se van resolviendo”, explica.
Desde su clínica en Bogotá va acumulando más experiencia y casos de éxito, aunque concreta que la planta no es la respuesta para todo y que, al igual que ocurre con otros tratamientos, en el caso de algunos pacientes no funciona. Una vez al mes se traslada a Medellín y pasa consulta en un centro médico muy familiar y tradicional, que ni siquiera tiene un nombre concreto.
Además, forma parte del grupo Curativa, nacido del interés de productores y médicos del país que pretenden sumar sus experiencias e investigaciones y convertirse en un referente de información para la gente. “Al final todas las páginas cuentan lo que pasa en Israel, en España o en Canadá, pero la idea es tener una página que cuente lo que nosotros hacemos, cómo empezó, qué es lo que hemos ido construyendo”, aclara. Tienen además unos intereses académicos muy claros: permitir que la gente conozca sus experiencias y avances y que los puedan usar si es necesario. También ha participado de forma activa en los debates sobre el cannabis que se han promovido en el Congreso colombiano y que el pasado mes de diciembre desembocaron en la histórica decisión de legalizar la marihuana terapéutica en el país.
Al preguntarle por lo más gratificante de su trabajo, le cuesta decidir. “Yo creo que los casos que uno recuerda más son los de estos niños con 20 o 30 crisis convulsivas al día. Algunos ahora llevan un año sin crisis y han podido reincorporarse al colegio, están corriendo, vuelven a hablar y a escribir cuando era algo que estaba descartado”, relata orgullosa. “Pero hay que recordar a otro grupo de edad, el de los pacientes mayores con dolores, con alzhéimer, que ven que les mejora la calidad de vida”, concluye sonriente.