lunes, 10 de febrero de 2020

El cannabis medicinal me salvó del «suicidio»

Karen Cupeles

Recién tuve la oportunidad de comparecer ante el proceso de vistas públicas que realiza la Legislatura sobre el tema del cannabis medicinal. Acudí en representación de los miles de pacientes en Puerto Rico que hoy utilizan este tratamiento de forma legal y segura para tratar sus dolencias. El proceso de vistas públicas ha sido enriquecedor, pues me ha permitido aclarar como paciente muchos de los mitos que rodean la discusión del tema.

En mi caso particular, soy oficial retirada del ejército de Estados Unidos. Luego de mi retiro en el 2006 por razones médicas, comencé mi tratamiento con farmacología tradicional para atender mis condiciones de osteoartritis, epicondilitis, desorden depresivo, migraña, fibromialgia, síndrome de fatiga crónica, entre otros.

Durante 7 años estuve sometida a los químicos que lejos de sanarme, agravaban mi bienestar físico. Durante estos años, y a consecuencia de los medicamentos para estas condiciones, desarrolló otras dolencias. Llegó el punto en el que los expertos del Departamento de Dolor Crónico del Hospital de Veteranos me indicaron que no podían aumentar las dosis de medicamentos por posibilidad de intoxicación.

Ante la incapacidad de la medicina tradicional para manejar mis condiciones, llegué a sentir que poco a poco -con cada pastilla- me estaba sometiendo a un suicidio involuntario. Pero me rehusé a quedarme en ese callejón sin salida. Me reinventé sobreponiéndome al pensamiento de que la guerra contra las drogas es buena y encontré nuevas posibilidades. Durante un año leí artículos, investigaciones y propuestas y me di cuenta que el cannabis medicinal era una posibilidad para mí. Pude probar que la marihuana que venden en la calle no era una posibilidad medicinal, pero encontré otros aceites de cannabis artesanales que sí me beneficiaron. Poco a poco incorporé este tratamiento, con la guía de mi médico, y comencé a notar mejoría. De manera inmediata manejé eficientemente la apnea del sueño, el dolor crónico y la depresión. Posteriormente vi otros resultados positivos con relación al asma, la migraña, la pérdida de memoria, el déficit de atención y la ansiedad. En mi proceso también aprendí a consumir la flor de manera segura, mediante la vaporización, lo que me ha permitido garantizar la continuidad del tratamiento y mantener control de la dosis.

Para mí, todo esto me ha ayudado a definir y recuperar mi calidad de vida. Hay infinidad de investigaciones que reafirman el valor medicinal del cannabis, y que demuestran que vaporizar la flor o añadirla cruda como suplemento en batidos y comidas permite el uso de todos sus componentes beneficiosos. ¿Cómo podremos tomar control de nuestras condiciones, si se nos limita la medicación? Estamos en un momento histórico, y si bien es necesario crear controles en la industria del cannabis también hay que tomar medidas para que no se interrumpa el tratamiento a los pacientes. Los pacientes somos primero.

FUENTE
https://www.elnuevodia.com/opinion/columnas/elcannabismedicinalmesalvodelsuicidio-columna-2308838/

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