miércoles, 21 de noviembre de 2018

Cannabis vs. pastillas: ¿Puede la marihuana ayudar a curar el problema de adicción a los opioides?


En EE.UU, los estados que han legalizado el cannabis medicinal han experimentado una reducción en el abuso de los opioides –tanto en forma de pastillas contra el dolor como en drogas como la heroína– y podrían hacer uso de la planta verde para enfrentarse a los problemas con estas sustancias, causantes de decenas de miles de muertes cada año.

¿Podría el cannabis medicinal convertirse en la solución que evite los devastadores efectos secundarios a menudo experimentados a causa de los analgésicos con receta?

El problema de Estados Unidos con los opioides ya ha alcanzado niveles preocupantes: en 2014, 18.893 muertes en el país se produjeron por sobredosis relacionadas con pastillas para el dolor con receta médica (tres veces más que en 2011) y 10.574 por sobredosis relacionadas con la heroína. Además, 1,9 millones de personas tienen un problema de uso relacionado con estos medicamentos y casi 600.000 una adicción que implica al opio, lo que provoca una tolerancia reforzada a estas sustancias, el deterioro de las funciones motoras y depresión respiratoria, algo que causa la mayoría de las muertes asociadas. Se estima que hasta el 8% de los enfermos a los que se le receta analgésicos narcóticos para tratar dolores crónicos se volverán adictos, según el Instituto Nacional para el Abuso de Drogas.

Los investigadores llevan décadas intentando separar las propiedades adictivas de los opiáceos (los opioides no sintéticos) de sus cualidades analgésicas, pero ambas parece que van de la mano. En este contexto, la marihuana puede ser una de las claves para hacer frente a unas cifras alarmantes, en contra de la falsa creencia de que la planta de cannabis supone el inicio hacia otro tipo de consumo, más peligroso.

De hecho, hace ya más de dos décadas, la División de Medicina de la Academia Nacional de la Ciencia de Estados Unidos publicó un informe en el que afirmaba que no había prueba concluyente de que el consumo de marihuana tuviera relación causal con el uso posterior de otras sustancias. Desacreditaba así la ‘gateway theory’, la teoría que afirmaba que usar cannabis era el primer paso hacia la ingesta de drogas duras.

Más recientemente, la Rand Corporation –un ‘think tank’ estadounidense que forma a las Fuerzas Armadas del país– lanzó otra investigación en la que también se defendía que la marihuana no influía para empezar a consumir otras sustancias más potentes. “Aunque la ‘gateway theory’ ha disfrutado de aceptación popular, los científicos siempre han tenido sus dudas. Nuestro estudio muestra que esas dudas están justificadas”, afirmaba el texto.



¿Cómo funcionan estos opioides?

Nuestros nervios periféricos, responsables de captar las señales de dolor, conducen a la columna vertebral, donde se conectan con células nerviosas que envían mensajes al sistema nervioso central y a las neuronas del cerebro, y en ese momento se percibe el dolor. Aquí es donde todos los opioides, desde la oxicodona hasta la heroína y la morfina, obran su magia.

Lo hacen al adherirse a lo que se conoce como receptores opioides en los puntos de confluencia en los que se reúnen las células nerviosas. De la misma forma el cannabis actúa sobre los receptores cannabinoides de nuestros sistema endocannabinoide.

Eso en esencia acciona un interruptor que reduce la capacidad de estas células de dispararse. Así que cuando las fibras nerviosas en la periferia del cuerpo envían señales de dolor al cerebro para ser procesadas, las neuronas que normalmente harían que sintamos ese dolor no responden. Por tanto, una pequeña dosis de opioides (o de cannabinoides) transforma la sensación de dolor de algo muy molesto en algo que parece no importar tanto.

La legalización, una vía para luchar contra los opioides

Si bien el uso de la marihuana ha aumentado entre los adultos del país de las barras y estrellas en los últimos años, el de otras sustancias ha caído dramáticamente. En distintas encuestas entre consumidores de cannabis en jurisdicciones en las que la planta es accesible legalmente, los usuarios afirmaban haber reducido el uso de otros productos, como el alcohol y los opioides con prescripción médica.

En 2014, un estudio publicado en la revista ‘Journal of the American Medical Association’ también indicó, confirmando los datos de las encuestas, que la nueva legislación sobre marihuana medicinal estaba directamente relacionada con la mejora de las tasas de mortalidad relacionadas con los opioides. “Los estados con leyes sobre marihuana medicinal tienen tasas de mortalidad relacionadas con sobredosis por opioides un 24,8 % menores que los estados sin este tipo de normativa”, explicaba el texto.



Además, otros estudios señalan que el cannabis puede jugar un papel muy positivo en la recuperación de adictos que batallan contra su dependencia de los opioides. Un equipo de investigadores de la Universidad de Columbia publicó una investigación en la que comprobaban que los pacientes que comenzaban a fumar marihuana tenían menos dificultades para dormir, menos ansiedad y más posibilidades de permanecer en el tratamiento frente a aquellos que no hacían uso de la planta.

Todos estos datos secundan el argumento de muchos defensores del cannabis, que han resaltado su utilidad para combatir los problemas con los opioides en campañas de legalización en distintos estados. Activistas, especialistas y abogados creen que es una opción más segura para muchos pacientes con dolor crónico, por lo que debería estar disponible. De hecho, ese ha sido uno de los puntos que ha contribuido a la aprobación de la nueva ley sobre cannabis medicinal del estado de Ohio. A pesar de ello, uno de los representantes del estado defensores de la propuesta advertía de expectativas poco realistas. “No creo que todo el mundo vaya a dejar los narcóticos y a empezar con la marihuana medicinal”, afirmó Steve Huffman. “Pero creo que será lo más adecuado para ciertas personas”.

Este es el caso de Joe Brumfield, quien tenía 23 años cuando le diagnosticaron distrofia muscular de cinturas, una enfermedad degenerativa que afecta a los músculos de caderas y hombros, haciendo que el movimiento sea cada vez más doloroso. Para lidiar con los efectos de su enfermedad, a este artista afincado en Baltimore le recetaron metadona, un opioide asociado con el tratamiento de adicciones que puede resultar fatal si no se ingiere la dosis adecuada.



Él tomó la medicación de forma cuidadosa, temeroso de la posible adicción y de los riesgos asociados, y pronto empezó a buscar otra alternativa. “Me pregunté por qué estaba poniendo mi salud en riesgo, junto a la de mi familia, tomando este medicamento con receta si podía contar con un alternativa natural y más sana”, relata. El cannabis fue la opción que eligió. Y después de años de uso personal, Brumfield explica que ha sido capaz de controlar sus síntomas y de reducir el empleo de otras sustancias que considera peligrosas. Ahora, la aprobación de la norma en Ohio respalda su consumo y podrá realizarlo de manera legal.

A pesar de que la hierba no es la solución definitiva contra la adicción a los opioides, ya que algunos consumidores de cannabis también emplean sustancias de este tipo, la legalización de la venta de cannabis ha mejorado los datos de abuso en muchos estados y podría llegar a ser la clave para batallar contra una epidemia silenciosa que mata a decenas de miles de personas cada año en Estados Unidos. Una buena noticia más para los defensores de la marihuana terapéutica, tanto en el país norteamericano como a nivel global.

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